Me Cago en la Navidad

Pepín era el mayor de siete hermanos, sus padres pertenecían a una secta cristiana que se santificaba por el trabajo, lo cual en España tenía mucho mérito porque en España no le gusta trabajar a nadie y se trabaja poquito y modernamente se aspira a vivir de paguitas y sin trabajar.

Gracias a la secta cristiana que se santificaba por el trabajo el país iba bien, el país funcionaba.

Pepín iba ya a cumplir once años y no entendía bien cómo era posible que cada seis de enero todos los niños del mundo recibieran regalos porque los trajeran tres reyes magos de oriente, empezaba a sospechar que sus padres le estaban ocultando algo.

El padre de Pepín vendía papel del water o papel higiénico por las casas, últimamente como era muy trabajador le habían ascendido y había conseguido llegar al nivel de poder vender escobillas del water. El padre de Pepín era un comercial de productos sanitarios oficial de primera, lo que significa que el padre de Pepín era clase media. Para explicarlo mejor hay que contar aquí que este cuento transcurre en los años ochenta, cuando en España teníamos la peseta y crecimiento económico y un obrero con su trabajo podía mantener a su mujer y a sus hijos sin problema y tener un coche y vacaciones un mes en la playa o en un lugar bonito.

Ahora eres ingeniero y no te pagan ni mil euros y el alquiler te cuesta setecientos, pero bueno este es otro cuento: un cuento que va a acabar muy mal.
Los padres de Pepín no querían que la Navidad no perdiera su magia y además Pepín era el hermano mayor de seis hermanos menores, algunos muy pequeños y todos esperaban alborozados la llegada de los Reyes Magos cada día seis de enero.

Sin embargo el padre de Pepín veía que su hijo tenía una mente científica que le exigía una explicación científica en consecuencia.


-Te voy a contar un secreto- dijo el padre de Pepín a Pepín- los Reyes Magos son en realidad seres de una civilización extraterrestre más avanzada que la nuestra, por eso pueden hacer lo que quieran.

Alienígenas


Pepín se quedó muy contento con la explicación: ya le encajaba todo. Tres seres de una civilización superior que dominaban portales temporales en los que a través viajaban se teletransportaban cada seis de enero a todas las casas de los niños para traerles regalos con una tecnología no muy diferente de la magia.

Una tecnología que nos podría parecer magia pero que era pura ciencia.

Algo que Pepín que tenía una mente científica y creía que Dios no existía porque lo había leído en un ensayo de Stephen Hawking podía comprender muy bien.

Escrito por Don José ángel Pizarro
Autor del poemario «Luna Negra».
Libro que puedes comprar la librería Oletum de Valladolid

Un estupendo Regalo de Navidad

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